ADLABORANDVM EST VT OMNES CONSCII FIANTVM IVRIS AD CVLTVRAM, TVM OFFICII QVO DETINENTVR SESE EXCOLENDI ALIOSQVE ADIVVANDI
miércoles, 29 de septiembre de 2010
CAPILLA DEL VALLE DE LA ASUNCIÓN
Casualmente hace unos años mi hermana me regaló un disco compacto que me pareció curioso: El Fiel Peso y Medida de la Capilla del Valle de la Asunción. Al escucharlo, quedé como transportado a través del tiempo a la antigua Catedral de Guatemala. La música que se conserva en el Archivo Histórico de Catedral es una gran riqueza que todos debemos apreciar.
La Capilla del Valle de la Asunción es un ensemble que se dedica a la difusión de la música antigua.
Su director y fundador es el maestro Omar Morales, Musicólogo,a quien tengo el gusto de conocer personalmente.
Les dejo el link de su página oficial
http://www.lacapilla.info/Sitio_web/bienvenida.html
martes, 28 de septiembre de 2010
sábado, 25 de septiembre de 2010
El Papa Benedicto XVI habla de la fe y la ciencia

Ampliar el horizonte
Ante dos mil líderes sociales e intelectuales, Benedicto XVI ha dicho que una visión científica puede ser peligrosamente estrecha si ignora la dimensión ética o religiosa de la vida. Porque en el caso de Hawking, con el extemporáneo apoyo del ateo Dawkings, se da un reduccionismo de la apertura mental a la trascendencia, es decir, a la búsqueda de la causa última de la realidad. El problema del astrofísico no reside en su saber sino en creerse capacitado para hablar de filosofía desde la ciencia experimental.
Hace tiempo que G. Lemaître lanzaba la teoría del origen del universo al comprobar la separación creciente de las galaxias entre sí. Luego la teoría fue bautizada como el big-bang a partir de un "huevo cósmico", de indecible densidad. El filósofo Ortega decía entonces que Dios estaba a la vista: desde la razón se ve a un dios laico, ajeno a la fe, y al culto. No le faltaba razón, pues quizá se estaba refiriendo al "dios de los filósofos", que han inducido su existencia como causa primera y más universal de todo lo que existe, incluida la gravedad.
Pero también le faltaba añadir que si fuéramos capaces de explicar a Dios seríamos prácticamente iguales. No cabe en nuestra mente y nos supera por todas partes, puesto que toda nuestra experiencia y nuestro pensar están vinculados al espacio y a tiempo, que nada tienen que ver con la existencia y el ser mismo de Dios, salvo para preguntar ¿quién hizo el espacio y el tiempo? Y la respuesta no está en la astrofísica.
Fe y razón se complementan
Otro problema reside en decir que la existencia de Dios es una cuestión religiosa, de creencias porque, siendo esto verdad, no es toda la verdad. La metafísica, y más en concreto la teodicea sí prueba la existencia de Dios y algunos aspectos de su naturaleza, y eso no es fe. Los argumentos de Boecio, Anselmo, Pedro Lombardo o Tomás de Aquino son bien sólidos, pero hay que enterarse bien y pensarlo, cosa que no todos hacen. Y tiran por la calle de en medio.
En suma, saber de una ciencia empírica, como Hawking, no da sabiduría sobre las cuestiones fundamentales de la existencia. Pero sigue siendo verdad que Dios es el concepto más difícilmente inalcanzable, pero al mismo tiempo el más inevitable de la razón especulativa humana, como dijo E. Kant.
Stephen Hawking vive en un agnosticismo que renuncia a las preguntas fundamentales: alguna vez se ha inclinado por la probabilidad de un Dios como causa del universo, pero otras por su no probabilidad, como ahora. Su biografía personal explica muchas cosas, sobre todo que ni él ni ninguno somos sólo sustancia pensante, sino que hay emociones, sentimientos favorables o desfavorables, e incluso buena dosis de prejuicios poco racionales. Con mucha paz Benedicto XVI ha recordado que fe y razón son dos conceptos que no se autoexcluyen sino que se complementan.
don Jesús Ortiz. Doctor en Derecho Canónico
jueves, 23 de septiembre de 2010
San Pío de Pietrelcina
"Cada Santa Misa, escuchada con devoción, produce en nuestras almas efectos maravillosos, abundantes gracias espirituales y materiales que, nosotros mismos, no sabemos....¡Es más fácil que la tierra exista sin el sol que sin el Santo Sacrificio de la Misa!" . Padre Pío
"Para atraernos,Nuestro Señor nos regala un multitud de gracias
que nosotros pensamos nos pueden llevar fácilmente al cielo. Mas
no sabemos, que para crecer, necesitamos del pan básico: la cruz,
la humillación, las pruebas y las negaciones". Padre Pío
Hay muchas razones por las cuales admirar a este gran santo.
Les dejo un link para que puedan accesar a toda la información.
http://www.ewtn.com/padrepio/spanish/index.htm
Les recomiendo el apartado:
En el Confesionario.
"Para atraernos,Nuestro Señor nos regala un multitud de gracias
que nosotros pensamos nos pueden llevar fácilmente al cielo. Mas
no sabemos, que para crecer, necesitamos del pan básico: la cruz,
la humillación, las pruebas y las negaciones". Padre Pío
Hay muchas razones por las cuales admirar a este gran santo.
Les dejo un link para que puedan accesar a toda la información.
http://www.ewtn.com/padrepio/spanish/index.htm
Les recomiendo el apartado:
En el Confesionario.
San Andrés Fournet
(1752-1834)
Este fue el muchacho que cuando era estudiante firmaba sus libros con esta frase: "Andrés, que nunca será ni religioso ni sacerdote". Y Dios le hizo la jugada de hacerlo sacerdote y fundador de una orden de religiosas. Nació cerca de Poitiers (Francia) en 1752.
En sus primeros años era rebelde y molestón y la única que medio lo podía soportar era su propia madre. Pero esta santa mujer se propuso hacer de esa fierecilla un buen pastor, que salvara otras almas que estuvieran en dificultades.
Su mamá era supremamente generosa con los pobres. Andrés la criticaba porque le parecía que ella daba demasiado, y le decía que a los pobres había que darles las sobras únicamente. Ella le dijo un día: "Mira, vas a la mesa, echas en una bandeja las mejores frutas, los panes más grandes y los traes y los regalas al pobre que está en la puerta pidiendo. Recuerda que lo que se dé al necesitado se le da a Nuestro Señor, y que para el Señor siempre se da lo mejor". En el momento el muchacho no entendió la lección, pero más tarde hará de este consejo de su madre una ley para toda su vida.
Los papás lo enviaron a un colegio a estudiar interno, pero Andrés era el promotor de todos los desórdenes. Parecía que tuviera cien pulgas debajo de la camisa. No era capaz de estarse quieto. Al fin el rector, como castigo, lo hizo encerrar en un cuarto oscuro. Pero el inquieto estudiante se fugó de allí y se fue para la casa. Cuando su padre ya le iba a dar por ello un tremendo castigo, la mamá intercedió por él y obtuvo que le perdonara el castigo con tal de que volviera al colegio y se portara bien. Así lo prometió y así lo cumplió. En adelante su conducta fue excelente.
Al empezar sus estudios de filosofía en Poitiers, perdió el poco fervor que tenía y se dedicó a una vida mundana y de continuos paseos y fiestas y bailes. Pero todo esto le dejaba un vacío inmenso en el alma y una insatisfacción completa y horrible.
Sin consultar a ninguno de su familia se entró de militar. Pero cuando quiso visitar a sus familiares, ninguno lo quiso aceptar. Y tuvo la mamá que ir al ejército y pagar una fuerte multa para que lo licenciaran y lo dejaran retirarse. Quiso buscar puesto como empleado público, pero tenía una letra tan enredada que en todas las oficinas donde pidió empleo fue rechazado.
Fue entonces cuando le recomendaron que se fuera a pasar unas semanas con un tío sacerdote, párroco, que tenía fama de santo. Y allí en compañía de este hombre de Dios, le llegó a Andrés el cambio total en su comportamiento y en su modo de pensar, y se dedicó a los estudios eclesiásticos, y a la oración y la meditación.
Fue ordenado sacerdote y enviado como ayudante de su tío el párroco.
Empezó a predicar y lo hacía con palabras muy elegantes y rebuscadas. Un día al empezar el sermón se le olvidó todo y tuvo que suspender su sermón. Su tío, el anciano párroco, le dijo: "Es que lo que buscas es lucirte y aparecer bien ante los demás, y eso no le gusta a Dios. Debes predicar con más sencillez". Cambió entonces de método y en adelante la gente comentaba: "Antes el padrecito aparecía como muy sabio, pero nadie le entendía nada. Ahora habla como nosotros, y su predicación nos vuelve mejores".
Cuando ya lo nombraron párroco, Andrés se dedicó a vivir muy elegantemente con lujosas comodidades en su casa cural. Más le interesaba aparecer como un señor muy importante que como un santo sacerdote. Su madre seguía rezando mucho por él. Y un día que había preparado un gran almuerzo para los más ricos de la parroquia llegó un pordiosero a pedirle limosna y entró hasta el comedor. El Padre le dijo que no tenía nada para darle, y el otro observando esas mesas tan bien servidas le dijo: "¿Y todo esto qué es?". Y mirándolo fijamente le dijo: "Padre Andrés, usted vive más como un rico que como un pobre, como lo manda Cristo". Esta frase le impresionó inmensamente al joven párroco. Esa noche se fue a la iglesia y le pidió perdón a Nuestro Señor y desde el día siguiente quitó todos los lujos de su casa parroquial, y se dedicó por completo a ayudar a los pobres. En adelante en vez de invitar a los ricos se iba a visitar a los más abandonados. Desde que dejó su vida de lujos y de comilonas y se dedicó a gastar todo lo que recibía a favor de los pobres, la santidad de Andrés empezó a crecer notablemente.
En 1789 estalló la terrible Revolución Francesa que asesinó a miles de católicos y persiguió sin compasión a todos los sacerdotes. El Padre Andrés tuvo que esconderse y los guardias de la revolución lo buscaban por todas partes. Un día cuando estaba escondido en un armario en una familia, al oír que los perseguidores amenazaban a los demás de la casa, salió y se les presentó a los militares, y estos quedaron tan impresionados ante su venerable presencia, que se fueron y no se lo llevaron preso.
El Padre Andrés se disfrazó de labrador y se fue a vivir en la finca de una señora muy católica. Pero un día llegaron allá los enviados del gobierno en busca de él para llevárselo y matarlo. La señora y Andrés estaban charlando junto a la chimenea cuando de repente llegaron los gendarmes preguntando por el sacerdote. La dama sin más ni más le dio una cachetada al padre diciéndole: "Váyase inmediatamente a hacer sus oficios y deje de estar por aquí sin hacer nada". Los militares creyeron que era un servicial de la casa y no lo siguieron, y así él pudo salir huyendo. Después decía por burla: "Fue lo mejor que usted podía hacer. Si no, me habrían descubierto".
Después tuvo que salir huyendo hacia España y allá estuvo cinco años. Cuando suavizó la persecución, volvió a su querida parroquia de Maillé y se dedicó a reavivar el fervor de sus parroquianos predicándoles misiones y dedicando muchas horas a confesar. Todos lo querían.
Tuvo la suerte de encontrar una mujer con grandes cualidades para la vida religiosa, Santa Isabel Bichier, y con ella fundó la Comunidad de Hermanas de la Santa Cruz, que se llaman también, hermanas de San Andrés. Él fue hasta su muerte el director espiritual de esa comunidad. Un día en que las religiosas no tenían casi harina para hacer pan para sus muchos niños pobres, el santo le dio la bendición a un poco de harina, y con ella pudieron hacer pan para todos.
Muchos laicos y sacerdotes lo buscaban para que les diera dirección espiritual porque tenía el don de saber aconsejar muy bien.
El 13 de mayo de 1834 pasó a gozar de la paz del Señor.
Para nosotros la vida de San Andrés Fournet es un ejemplo de cómo aunque en nuestros primeros años no hayamos sido muy fervorosos, si tenemos buena voluntad y deseo de tener contento a Dios, podremos ir avanzando notablemente hacia la santidad.
Referencia: Santoral Católico.

En sus primeros años era rebelde y molestón y la única que medio lo podía soportar era su propia madre. Pero esta santa mujer se propuso hacer de esa fierecilla un buen pastor, que salvara otras almas que estuvieran en dificultades.
Su mamá era supremamente generosa con los pobres. Andrés la criticaba porque le parecía que ella daba demasiado, y le decía que a los pobres había que darles las sobras únicamente. Ella le dijo un día: "Mira, vas a la mesa, echas en una bandeja las mejores frutas, los panes más grandes y los traes y los regalas al pobre que está en la puerta pidiendo. Recuerda que lo que se dé al necesitado se le da a Nuestro Señor, y que para el Señor siempre se da lo mejor". En el momento el muchacho no entendió la lección, pero más tarde hará de este consejo de su madre una ley para toda su vida.
Los papás lo enviaron a un colegio a estudiar interno, pero Andrés era el promotor de todos los desórdenes. Parecía que tuviera cien pulgas debajo de la camisa. No era capaz de estarse quieto. Al fin el rector, como castigo, lo hizo encerrar en un cuarto oscuro. Pero el inquieto estudiante se fugó de allí y se fue para la casa. Cuando su padre ya le iba a dar por ello un tremendo castigo, la mamá intercedió por él y obtuvo que le perdonara el castigo con tal de que volviera al colegio y se portara bien. Así lo prometió y así lo cumplió. En adelante su conducta fue excelente.
Al empezar sus estudios de filosofía en Poitiers, perdió el poco fervor que tenía y se dedicó a una vida mundana y de continuos paseos y fiestas y bailes. Pero todo esto le dejaba un vacío inmenso en el alma y una insatisfacción completa y horrible.
Sin consultar a ninguno de su familia se entró de militar. Pero cuando quiso visitar a sus familiares, ninguno lo quiso aceptar. Y tuvo la mamá que ir al ejército y pagar una fuerte multa para que lo licenciaran y lo dejaran retirarse. Quiso buscar puesto como empleado público, pero tenía una letra tan enredada que en todas las oficinas donde pidió empleo fue rechazado.
Fue entonces cuando le recomendaron que se fuera a pasar unas semanas con un tío sacerdote, párroco, que tenía fama de santo. Y allí en compañía de este hombre de Dios, le llegó a Andrés el cambio total en su comportamiento y en su modo de pensar, y se dedicó a los estudios eclesiásticos, y a la oración y la meditación.
Fue ordenado sacerdote y enviado como ayudante de su tío el párroco.
Empezó a predicar y lo hacía con palabras muy elegantes y rebuscadas. Un día al empezar el sermón se le olvidó todo y tuvo que suspender su sermón. Su tío, el anciano párroco, le dijo: "Es que lo que buscas es lucirte y aparecer bien ante los demás, y eso no le gusta a Dios. Debes predicar con más sencillez". Cambió entonces de método y en adelante la gente comentaba: "Antes el padrecito aparecía como muy sabio, pero nadie le entendía nada. Ahora habla como nosotros, y su predicación nos vuelve mejores".
Cuando ya lo nombraron párroco, Andrés se dedicó a vivir muy elegantemente con lujosas comodidades en su casa cural. Más le interesaba aparecer como un señor muy importante que como un santo sacerdote. Su madre seguía rezando mucho por él. Y un día que había preparado un gran almuerzo para los más ricos de la parroquia llegó un pordiosero a pedirle limosna y entró hasta el comedor. El Padre le dijo que no tenía nada para darle, y el otro observando esas mesas tan bien servidas le dijo: "¿Y todo esto qué es?". Y mirándolo fijamente le dijo: "Padre Andrés, usted vive más como un rico que como un pobre, como lo manda Cristo". Esta frase le impresionó inmensamente al joven párroco. Esa noche se fue a la iglesia y le pidió perdón a Nuestro Señor y desde el día siguiente quitó todos los lujos de su casa parroquial, y se dedicó por completo a ayudar a los pobres. En adelante en vez de invitar a los ricos se iba a visitar a los más abandonados. Desde que dejó su vida de lujos y de comilonas y se dedicó a gastar todo lo que recibía a favor de los pobres, la santidad de Andrés empezó a crecer notablemente.
En 1789 estalló la terrible Revolución Francesa que asesinó a miles de católicos y persiguió sin compasión a todos los sacerdotes. El Padre Andrés tuvo que esconderse y los guardias de la revolución lo buscaban por todas partes. Un día cuando estaba escondido en un armario en una familia, al oír que los perseguidores amenazaban a los demás de la casa, salió y se les presentó a los militares, y estos quedaron tan impresionados ante su venerable presencia, que se fueron y no se lo llevaron preso.
El Padre Andrés se disfrazó de labrador y se fue a vivir en la finca de una señora muy católica. Pero un día llegaron allá los enviados del gobierno en busca de él para llevárselo y matarlo. La señora y Andrés estaban charlando junto a la chimenea cuando de repente llegaron los gendarmes preguntando por el sacerdote. La dama sin más ni más le dio una cachetada al padre diciéndole: "Váyase inmediatamente a hacer sus oficios y deje de estar por aquí sin hacer nada". Los militares creyeron que era un servicial de la casa y no lo siguieron, y así él pudo salir huyendo. Después decía por burla: "Fue lo mejor que usted podía hacer. Si no, me habrían descubierto".
Después tuvo que salir huyendo hacia España y allá estuvo cinco años. Cuando suavizó la persecución, volvió a su querida parroquia de Maillé y se dedicó a reavivar el fervor de sus parroquianos predicándoles misiones y dedicando muchas horas a confesar. Todos lo querían.
Tuvo la suerte de encontrar una mujer con grandes cualidades para la vida religiosa, Santa Isabel Bichier, y con ella fundó la Comunidad de Hermanas de la Santa Cruz, que se llaman también, hermanas de San Andrés. Él fue hasta su muerte el director espiritual de esa comunidad. Un día en que las religiosas no tenían casi harina para hacer pan para sus muchos niños pobres, el santo le dio la bendición a un poco de harina, y con ella pudieron hacer pan para todos.
Muchos laicos y sacerdotes lo buscaban para que les diera dirección espiritual porque tenía el don de saber aconsejar muy bien.
El 13 de mayo de 1834 pasó a gozar de la paz del Señor.
Para nosotros la vida de San Andrés Fournet es un ejemplo de cómo aunque en nuestros primeros años no hayamos sido muy fervorosos, si tenemos buena voluntad y deseo de tener contento a Dios, podremos ir avanzando notablemente hacia la santidad.
Referencia: Santoral Católico.
miércoles, 22 de septiembre de 2010
El Papa reconoce un nuevo martirio: ser ridiculizado
Presenta el ejemplo de John Henry Newman en la víspera de su beatificación
LONDRES, sábado 18 de septiembre de 2010
(ZENIT.org).-
La vida del cardenal John Henry Newman (1801-1890) muestra que "la pasión por la verdad, la honestidad intelectual y la auténtica conversión son costosas", dijo en la noche de este sábado el Papa Benedicto XVI durante la vigilia de oración por la beatificación de ese purpurado británico.
El acto de oración tuvo lugar en el Hyde Park, ubicado en el sector Westminster, en pleno corazón Londres, reunión a 80 mil personas, en buena parte jóvenes.
Tras la lectura de las Bienaventuranzas, Benedicto XVI en su homilía compartió a los asistentes la influencia que Newman ha ejercido en su vida y su pensamiento: este anglicano que pasó a formar parte de la Iglesia católica "nos invita a examinar nuestras vidas, para verlas en el amplio horizonte del plan de Dios y crecer en comunión con la Iglesia de todo tiempo y lugar".
Una vida al servicio de la Verdad
El Papa destacó la lucha constante que afrontó el venerable siervo de Dios contra la tendencia de reducir la fe a la esfera privada y a una percepción meramente subjetiva. Una lucha que ofrece grandes enseñanzas para el tiempo presente, "cuando un relativismo intelectual y moral amenaza con minar la base misma de nuestra sociedad".
Newman, siguió diciendo, recuerda que el hombre, creado a imagen y semejanza de Dios, tiene un llamado especial: "conocer la verdad, y encontrar en esta verdad nuestra libertad última y el cumplimiento de nuestras aspiraciones humanas más profundas".
Proclamar el Evangelio con valentía
"No podemos guardar para nosotros mismos la verdad que nos hace libres", exhortó el Papa, quien dijo que a ejemplo de Newman "hay que dar testimonio de ella", porque la verdad "pide ser escuchada". De hecho, el poder de convicción que tiene la verdad "proviene de sí misma y no de la elocuencia humana o de los argumentos que la expongan".
Un nuevo martirio, la ridiculización
Señaló que "el precio que hay que pagar por la fidelidad al Evangelio ya no es ser ahorcado, descoyuntado y descuartizado", no obstante, quienes proclaman la fe con fidelidad en los tiempos actuales, no pocas veces deben pagar otro precio: "ser excluido, ridiculizado o parodiado".
Pero advirtió que no por eso la Iglesia "puede sustraerse a la misión de anunciar a Cristo y su Evangelio como verdad salvadora, fuente de nuestra felicidad definitiva como individuos y fundamento de una sociedad justa y humana".
Benedicto XVI invitó a los presentes a vivir con coherencia su fe, a ejemplo de Newman, pues la verdad se transmite "no sólo por la enseñanza formal", sino sobre todo "por el testimonio de una vida íntegra, fiel y santa".
Asimismo, el señaló que ante la crisis de fe de la sociedad actual, los cristianos no pueden "permitirse el lujo de continuar como si no pasara nada".
Advirtió que tampoco está bien confiar solamente "en que el patrimonio de valores transmitido durante siglos de cristianismo seguirá inspirando y configurando el futuro de nuestra sociedad".
"Sabemos que en tiempos de crisis y turbación Dios ha suscitado grandes santos y profetas para la renovación de la Iglesia y la sociedad cristiana", recordó el Papa. "Confiamos en su providencia y pedimos que nos guíe constantemente".
A los jóvenes
El Papa hizo un llamado especial a los jóvenes para que escuchen atentamente el llamado particular que hace el Señor a cada uno, sea dentro de la vida consagrada, el sacerdocio o dentro del sacramento del matrimonio: "Pedidle la generosidad de decir 'sí'. No tengáis miedo a entregaros completamente a Jesús. Él os dará la gracia que necesitáis para acoger su llamada".
Y les dio cita con motivo de la Jornada mundial de la Juventud, que se llevará a cabo en Madrid en agosto de 2011, asegurando que es "una magnífica ocasión para crecer en el amor a Cristo" y en una "gozosa vida de fe junto a miles de jóvenes. Espero ver a muchos de vosotros allí".
Al finalizar el discurso, la vigilia de oración continuó con la adoración del Santísimo Sacramento, las letanías del Sagrado Corazón. Posteriormente se elevó la oración Irradiating Christ y el coro entonó el canto Lead, kindly light, ambos compuestos por el cardenal Newman.
LONDRES, sábado 18 de septiembre de 2010
(ZENIT.org).-
La vida del cardenal John Henry Newman (1801-1890) muestra que "la pasión por la verdad, la honestidad intelectual y la auténtica conversión son costosas", dijo en la noche de este sábado el Papa Benedicto XVI durante la vigilia de oración por la beatificación de ese purpurado británico.
El acto de oración tuvo lugar en el Hyde Park, ubicado en el sector Westminster, en pleno corazón Londres, reunión a 80 mil personas, en buena parte jóvenes.
Tras la lectura de las Bienaventuranzas, Benedicto XVI en su homilía compartió a los asistentes la influencia que Newman ha ejercido en su vida y su pensamiento: este anglicano que pasó a formar parte de la Iglesia católica "nos invita a examinar nuestras vidas, para verlas en el amplio horizonte del plan de Dios y crecer en comunión con la Iglesia de todo tiempo y lugar".
Una vida al servicio de la Verdad
El Papa destacó la lucha constante que afrontó el venerable siervo de Dios contra la tendencia de reducir la fe a la esfera privada y a una percepción meramente subjetiva. Una lucha que ofrece grandes enseñanzas para el tiempo presente, "cuando un relativismo intelectual y moral amenaza con minar la base misma de nuestra sociedad".
Newman, siguió diciendo, recuerda que el hombre, creado a imagen y semejanza de Dios, tiene un llamado especial: "conocer la verdad, y encontrar en esta verdad nuestra libertad última y el cumplimiento de nuestras aspiraciones humanas más profundas".
Proclamar el Evangelio con valentía
"No podemos guardar para nosotros mismos la verdad que nos hace libres", exhortó el Papa, quien dijo que a ejemplo de Newman "hay que dar testimonio de ella", porque la verdad "pide ser escuchada". De hecho, el poder de convicción que tiene la verdad "proviene de sí misma y no de la elocuencia humana o de los argumentos que la expongan".
Un nuevo martirio, la ridiculización
Señaló que "el precio que hay que pagar por la fidelidad al Evangelio ya no es ser ahorcado, descoyuntado y descuartizado", no obstante, quienes proclaman la fe con fidelidad en los tiempos actuales, no pocas veces deben pagar otro precio: "ser excluido, ridiculizado o parodiado".
Pero advirtió que no por eso la Iglesia "puede sustraerse a la misión de anunciar a Cristo y su Evangelio como verdad salvadora, fuente de nuestra felicidad definitiva como individuos y fundamento de una sociedad justa y humana".
Benedicto XVI invitó a los presentes a vivir con coherencia su fe, a ejemplo de Newman, pues la verdad se transmite "no sólo por la enseñanza formal", sino sobre todo "por el testimonio de una vida íntegra, fiel y santa".
Asimismo, el señaló que ante la crisis de fe de la sociedad actual, los cristianos no pueden "permitirse el lujo de continuar como si no pasara nada".
Advirtió que tampoco está bien confiar solamente "en que el patrimonio de valores transmitido durante siglos de cristianismo seguirá inspirando y configurando el futuro de nuestra sociedad".
"Sabemos que en tiempos de crisis y turbación Dios ha suscitado grandes santos y profetas para la renovación de la Iglesia y la sociedad cristiana", recordó el Papa. "Confiamos en su providencia y pedimos que nos guíe constantemente".
A los jóvenes
El Papa hizo un llamado especial a los jóvenes para que escuchen atentamente el llamado particular que hace el Señor a cada uno, sea dentro de la vida consagrada, el sacerdocio o dentro del sacramento del matrimonio: "Pedidle la generosidad de decir 'sí'. No tengáis miedo a entregaros completamente a Jesús. Él os dará la gracia que necesitáis para acoger su llamada".
Y les dio cita con motivo de la Jornada mundial de la Juventud, que se llevará a cabo en Madrid en agosto de 2011, asegurando que es "una magnífica ocasión para crecer en el amor a Cristo" y en una "gozosa vida de fe junto a miles de jóvenes. Espero ver a muchos de vosotros allí".
Al finalizar el discurso, la vigilia de oración continuó con la adoración del Santísimo Sacramento, las letanías del Sagrado Corazón. Posteriormente se elevó la oración Irradiating Christ y el coro entonó el canto Lead, kindly light, ambos compuestos por el cardenal Newman.
Google anima al reto de "tocar a Jesucristo, ver a Jesucristo y hablar con Él"
tomado de: http://www.opusdeialdia.org/
El pasado 2 de septiembre Matt Cutts, uno de los más altos directivos de Google, escribía en su twitter (aquí puedes leerlo): I've decided my next 30 day challenge: 15 minutes a day of quiet meditation. Que viene a decir: "He decidido mi reto para los próximos 30 días: 15 minutos al día de tranquila meditación". Sus más de 70.000 seguidores en Twitter leyeron este mensaje.
Me faltó tiempo para escribirle good idea: me too!!: buena idea: me apunto!! Los cristianos tenemos la suerte de que Benedicto XVI nos facilita este challenge: el Papa ha escrito un mensaje para la Jornada Mundial de la Juventud de Madrid 2011. El resumen que me hago del mensaje sería "aprended a tocar a Jesucristo, ver a Jesucristo y hablar con Él".
Aquí te copio un extracto del mensaje, que me ha parecido muy gráfico y puede servir para tu quiet meditation. Puedes leerlo completo en aquí (en la web del Vaticano):
También nosotros quisiéramos poder ver a Jesús, poder hablar con Él, sentir más intensamente aún su presencia. A muchos se les hace hoy difícil el acceso a Jesús. (...) Por ello, a lo largo de mis años de estudio y meditación, fui madurando la idea de transmitir en un libro algo de mi encuentro personal con Jesús, para ayudar de alguna forma a ver, escuchar y tocar al Señor, en quien Dios nos ha salido al encuentro para darse a conocer. De hecho, Jesús mismo, apareciéndose nuevamente a los discípulos después de ocho días, dice a Tomás: «Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo, sino creyente» (Jn 20, 27). También para nosotros es posible tener un contacto sensible con Jesús, meter, por así decir, la mano en las señales de su Pasión, las señales de su amor. En los Sacramentos, Él se nos acerca en modo particular, se nos entrega. Queridos jóvenes, aprended a “ver”, a “encontrar” a Jesús en la Eucaristía, donde está presente y cercano hasta entregarse como alimento para nuestro camino; en el Sacramento de la Penitencia, donde el Señor manifiesta su misericordia ofreciéndonos siempre su perdón. Reconoced y servid a Jesús también en los pobres y enfermos, en los hermanos que están en dificultad y necesitan ayuda.
Entablad y cultivad un diálogo personal con Jesucristo, en la fe. Conocedle mediante la lectura de los Evangelios y del Catecismo de la Iglesia Católica; hablad con Él en la oración, confiad en Él. Nunca os traicionará.(...) Así podréis adquirir una fe madura, sólida, que no se funda únicamente en un sentimiento religioso o en un vago recuerdo del catecismo de vuestra infancia. Podréis conocer a Dios y vivir auténticamente de Él, como el apóstol Tomás, cuando profesó abiertamente su fe en Jesús: «¡Señor mío y Dios mío!».
Entablad y cultivad un diálogo personal con Jesucristo, en la fe. Conocedle mediante la lectura de los Evangelios y del Catecismo de la Iglesia Católica; hablad con Él en la oración, confiad en Él. Nunca os traicionará.(...) Así podréis adquirir una fe madura, sólida, que no se funda únicamente en un sentimiento religioso o en un vago recuerdo del catecismo de vuestra infancia. Podréis conocer a Dios y vivir auténticamente de Él, como el apóstol Tomás, cuando profesó abiertamente su fe en Jesús: «¡Señor mío y Dios mío!».
martes, 21 de septiembre de 2010
El Papa abre un nuevo capítulo de la historia eclesial en el Reino Unido
Los católicos son reconocidos en modo inédito por instituciones y sociedad
Por Edward Pentin
LONDRES, martes 21 de septiembre de 2010 (ZENIT.org).-
Tras las dos primeras jornadas de la visita papal a Gran Bretaña, centradas sobre todo en cuestiones Iglesia-Estado, los últimos dos días fueron mucho más personales y pastorales.
En la dimensión institucional del viaje, huvo aspectos poco comentados. En la casa del arzobispo de Westminster, este sábado el Papa recibió en audiencia privada al primer ministro británico, David Cameron, su vice Nick Clegg y a la líder de la oposición Harriet Harman.
El Santo Padre expresó sus condolencias a Cameron por la muerte reciente de su padre, habló con cada político durante 20 minutos y entregó como recuerdo una medalla de su pontificado.
Cameron, anglicano, entregó al Papa un ejemplar de la primera edición del libro del nuevo beato John Henry Newman Apologia Pro Vita Sua, impreso en 1864, y un recorte de periódico que describe un servicio religioso presidido por Newman en Edgbaston, Birmingham.
Un momento significativo de las relaciones institucionales que abrió la visita tuvo lugar el viernes por la tarde, en una cena de trabajo entre el Gobierno del Reino Unido y la delegación papal en Lancaster House de Londres, una mansión administrada por el Ministerio de Exteriores de este país. El tema tratado fue la lucha común contra el hambre y el subdesarrollo.
El resto de las actividades del sábado supusieron un maratón de celebraciones litúrgicas y encuentros pastorales, iniciados con la Misa en la catedral de la Preciosísima Sangre de Nuestro Señor Jesucristo, en Westminster. La liturgia de esta catedral, de estilo bizantino, consagrada en 1910, fue tan impresionante que algunos fieles se conmovieron hasta las lágrimas.
El Santo Padre expresó su “profundo dolor” por los abusos sexuales cometidos por los sacerdotes y los definió “crímenes incalificables” que provocaron “la vergüenza y la humillación” de la Iglesia.
Benedicto XVI enmarcó estos graves delitos en el contexto del sufrimiento de Cristo: “En la vida de la Iglesia, en sus pruebas y tribulaciones, Cristo sigue, según la incisiva expresión de Pascal, estando en agonía hasta el fin del mundo”.
El padre Jonathan How, portavoz de la Conferencia Episcopal de Inglaterra y Gales, explicó a ZENIT que el Papa ha dado un sentido trascendente, a la luz del sufrimiento de Cristo, al escándalo de los abusos cometidos por sacerdotes.
“Si nos avergonzamos y somos humillados por los abusos, no hacemos otra cosa que compartir lo que las víctimas y Cristo han experimentado”, dijo.
Confirmación en la fe
Los peregrinos que participaron en la Misa del sábado y en la vigilia de Hyde Park procedían de todas partes de Gran Bretaña. Dan Williams, de Cardiff, dijo a ZENIT que es un acontecimiento que sucede “sólo una vez en la vida” y que espera que sirva para “reforzar la fe” en el país.
Billy Macauley, que siguió al Santo Padre desde Glasgow, reconoció que la visita papal “fue una gran bendición” y la Misa en Bellahouston Park “de gran impacto”.
“Es difícil imaginar que las palabras puedan tener tanto significado para la gente, por esto pedimos que el Santo Padre, guiado por el Espíritu Santo, siga confirmando en la fe”, declaró.
Tras la Misa, cerca de 2.500 jóvenes de las diócesis de Inglaterra, Gales y Escocia se reunieron en la plaza frente a la catedral para saludar al Obispo de Roma.
“Pido a cada uno de vosotros, antes que nada, mirar dentro del propio corazón. Pensad en todo el amor, para recibir el cual vuestro corazón ha sido creado y en todo el amor que este está llamado a donar”, dijo el Papa a los jóvenes.
Benedicto XVI se encontró después en Westminster con cinco personas que sufrieron abusos por parte de clérigos: tres de las víctimas eran de Yorkshire, una de Londres y una de Escocia.
Una fuente cercana a las víctimas reveló a la BBC que estuvieron entre 30 y 40 minutos con el Papa, “bastante tiempo”, el encuentro “duró más que el que tuvo con el primer ministro”.
El centro de Londres transformado
Cuando se puso el sol, a las 18,30 del sábado, se produjo un hecho que muchos británicos y el Papa recordarán para siempre: el viaje en papamóvil por el centro de Londres. El Mall, la gran avenida que lleva al Palacio de Buckingham, sinónimo de imperio, esplendor y momentos cruciales para la historia del país, estaba decorado por enormes banderas británicas y vaticanas.
Todos aplaudieron, aunque con la tradicional discreción británica, el paso del papamóvil, rodeado por un grupo de escoltas que caminaban rápido. Entre la multitud, muchos corrieron a la par con el vehículo hasta llegar a un kilómetro de Hyde Park, donde el Papa presidió una vigilia en vísperas de la beatificación del cardenal John Henry Newman.
Benedicto XVI guió a decenas de miles de fieles, en una bella ceremonia de vigilia de oración y adoración. Lamentablemente, a causa de las medidas de seguridad, pudieron entrar sólo quienes tenían el billete, mientras que otros miles de personas se quedaron en el exterior, teniendo que seguir la ceremonia por pantallas gigantes situadas fuera del recinto preparado para la ocasión.
En su discurso, el Papa explicó todo lo que los jóvenes católicos pueden aprender del cardenal Newman y se refirió al ejemplo de los mártires católicos, añadiendo que, aunque los católicos de hoy no son ahorcados o descuartizados por su fe, a menudo son “dejados de lado, o ridiculizados”. Hay que soportar esto, añadió, convencidos de que la “amable luz” de la fe nos mostrará el camino.
Una vez más, había personas de toda edad y cultura, e incluso los más jóvenes permanecieron recogidos en profunda oración.
Para mí personalmente, como católico británico, ver al vicario de Cristo pasando ante lugares tan familiares como el Palacio de Buckingham y dando su bendición en Hyde Park, fue una experiencia casi surrealista y algo que nunca imaginé que pudiera llegar a ver.
Quizá, más que en el discurso de Westminster Hall del viernes, en aquellos momentos tuve la impresión de que la Iglesia Católica ha logrado en verdad ser aceptada en Gran Bretaña. En aquellos momentos empezó un nuevo capítulo para los católicos británicos, dejando atrás un pasado problemático del país con la Iglesia Católica, a la que debe sus más profundas raíces culturales.
------
Edward Pentin es un escritor freelance inglés afincado en Roma. Puede contactarse con él en epentin@zenit.org
Suscribirse a:
Entradas (Atom)