Recomiendo éste artículo principalmente los fieles católicos. sobre un tema que hasta algunos sacerdotes temen tocar, y, de hecho no tocan, Dios y ellos sabrán por qué. Yo, en cambio, pienso como otros sacerdotes y tantos cristianos, que es la realidad y los cristianos debemos tocar estos temas.
Lo que escribo aquí, lo hago con el fin de que su fe se fortalezca. Ruego muchísimo a nuestra Señora, Auxilio de los cristianos por todos aquellos que lean el presente artículo.
Citaré a varios personajes como el padre Gabrielle Amorth, exorcista del Vaticano; el padre Fortea, demoniólogo; el padre Abelardo Pérez uno de los dos exorcistas de Guatemala y, por último, Ernesto Chinchilla Aguilar, Historiador.
Hace unos días tuve una charla con uno de nuestros amigos protestantes, quien expresaba su descontento con la "adoración a las imágenes". Obviamente se le explicó la diferencia entre adorar y venerar, así como las verdades de la fe católica. Pero hubo un momento en el que realmente me sacó de mis casillas, al decir que los católicos adoramos a Maximón. Es la segunda vez que me dice esto un protestante.
Es preocupante ver cómo Satanás gana almas cada día, algunas por una supuesta "ignorancia" en la fe, otras, por una malformación en la conciencia, que desgraciadamente se da en muchas familias. Lo cierto es que el mal existe y es una presencia real, objetiva en cuanto que es un ser existente, aunque no lo podamos tocar, pero algunos -por gracia de Dios- podemos sentir.
Desde muchísimo tiempo atrás, se vienen haciendo rituales paganos, culto y devoción a deidades demoníacas, que incluyen actos desordenados hablando en el sentido moral, y más aún, monstruosos si los vemos con ojos de fe.
Algunos de estos actos están ligados estrictamente a los cambios del tiempo, sobre todo, la luna, los cambios de clima, las estaciones, etc.
Existen, actualmente varios grupos en nuestro país, que se dedican a darle culto al diablo, pero en ésta ocasión me limitaré a tocar el tema de los brujos, que tienen estrecha relación con Maximón.
Recordemos que desde los tiempos de la colonización, la Iglesia trajo consigo la Santa Inquisición, que, entendiéndolo desde el contexto histórico, vino a limpiar con lo pagano, para dejar únicamente lo bueno y santo de la Verdadera Religión.
Se tienen registros inquisitoriales que en la primera mitad del siglo XVIII, es decir por el año 1725 (circa), se presentaron al Santo Oficio, en la provincia de Gohatemala, 47 casos de adivinación y hechicería (que para ese entonces eran bastantes). (Ernesto Chinchilla, La Inquisición en Guatemala).
El caso, es que muchos pretenden ligar éste tipo de culto al diablo (Maximón) a la fe católica, la cual se pronuncia totalmente en contra del culto a esa imagen.
Ya el padre Gabrielle Amorth habla sobre su lucha contra el enemigo, en los constantes exorcismos que debe realizar y habla abiertamente de los dos exorcismos que realizó el Papa Juan Pablo II.
El Catecismo, en el numeral 1673, nos dice: "Cuando la Iglesia pide públicamente y con autoridad, en nombre de Jesucristo, que una persona o un objeto sea protegido contra las asechanzas del maligno y sustraída a su dominio, se habla de exorcismo. Jesús lo practicó (Mc 1,25 ss), de El tiene la Iglesia el poder y el oficio de exorcizar". Es decir, el exorcismo es la invocación que hace la Iglesia, en nombre de Jesucristo y a través de un ministro ordenado, para proteger y ahuyentar al demonio de una persona o cosa.
Los exorcismos se dividen en simples y solemnes. El exorcismo, en forma simple, tiene lugar en el rito del bautismo. El exorcismo solemne, que sólo puede ser válidamente celebrado <span>por un presbítero designado por el Ordinario (Obispo) del lugar</span>, es el exorcismo propiamente dicho, tiene categoría de sacramental, y se celebra en casos de obsesión o posesión diabólica.
Es el Ordinario del lugar, quien tiene la facultad de ordenar un exorcismo solemne, de ser necesario. Verificar una verdadera posesión diabólica es muy difícil, por lo tanto el obispo ha de ser cauto y prudente cuando examine los casos que se le presenten. Han de descartarse perturbaciones psicológicas u otro tipo de trastornos que puedan tener explicación natural.
El obispo debe conceder el permiso de forma peculiar, es decir para cada caso, y siempre a un sacerdote (nunca un laico) que sea ejemplar en su piedad e integridad de vida, y también en una sólida ciencia y prudencia. El sacerdote debe estar especialmente calificado por sus conocimientos teológicos y su prudencia ante los conflictos. Puede existir también un oficio de exorcista, donde el sacerdote no necesite el permiso expreso del obispo en cada caso, sino que esté facultado para celebrar exorcismos en general, pero este permiso debe ser solicitado por la Conferencia Episcopal a la Santa Sede.
El padre Abelardo Pérez publicó un libro -Me llaman “Maximón”, Satanás con corbata y sombrero-, de la editorial Artemis Edinter, catalogado por la misma como libro de Ficción-Novela, (me parece una catalogación errónea, pues lo que cuenta son hechos reales),los exorcismos realizados por el padre Abelardo Pérez, en un exorcismo, el sacerdote tiene que preguntar el nombre del demonio, en un caso, el demonio le dice: "me llaman Maximón".
De igual forma -dice el padre Abelardo- hay otra imágen que se venera con el nombre de "rey Pascual". Se trata del mismo perro, pero con distinto collar.
Los pobres no saben a lo que se meten, es más, el demonio, se refiere a ellos como "los que me sirven",sin saber, los pobres, a lo que se meten y con quien se meten. El padre de la mentira, la soberbia, la serpiente antigua, Satán, Satanás, el Bellaco, como le quieran llamar. Lo peor de todo, es que le sirven, y según muchos de ellos, les dará un lugar en el infierno, junto a sus ángeles, y lo que no se dan cuenta, es que los ángeles caídos, son eso, por naturaleza, y el ser humano, puede salvarse o ser condenado en el juicio de Dios. Por tanto, si no se arrepienten, irán al lugar donde será todo llanto y rechinar de dientes, y las llamas del infierno los consumirán y sufrirán porque no tendrán amor (porque en el infierno no existe), sino odio, y no verán a Dios por toda la eternidad.
Alguna vez tuve, yo mismo, como seminarista, que estar durante uno de éstos rituales, el Sacerdote nos preguntó si estábamos confesados, si habíamos ido a Santa Misa y si habíamos comulgado. Dijo también que no prestáramos atención a las palabras del demonio, sino que rezáramos más intensamente. Se oían los gritos del Demonio dentro de aquella Iglesia, gritos de una voz extremadamente ronca, creí que el poseído era un hombre, pero cuando llegamos hasta donde estaba, era una niña de unos doce años. Era impresionante la fuerza de la criatura. Yo, por mi parte, rezaba el rosario a nuestra Señora, luego, contestaba a las plegarias del sacerdote, quien las hacía en latín. El demonio gritaba desesperadamente pero se resistía a salir de aquel cuerpo. Entonces, llegó un momento en el que el sacerdote dijo: litaniae lauritanae –las letanías a nuestra Señora- Entonces escuché algo que nunca había escuchado. En el momento de hacer las letanías, se invoca la piedad del Señor :
Kyrie eleison, Christe eleison, Kyrie eleison; se notaba la rabia del demonio,
Pater de caelis Deus, miserere nobis; se notaba muchísimo más y comenzó a blasfemar,
Christe redemptor mundi Deus, miserere nobis; Cristo –dijo el demonio- tu Cristo ha fallado Jajajaja, decía entre muchas otras cosas que no pretendo mencionar,
Spiritu Sancte Deus, miserere nobis; seguía blasfemando.
Sancta María, ora pro nobis; fue entonces cuando escuché el grito estrepitoso del demonio que resonaba en todo el Templo. Ella no! –decía el ser infernal-
Auxilium Christianorum, ora pro nobis; Gritaba desesperadamente, y se retorcía en el suelo, hasta que se desmayó.
El sacerdote nos explicó, luego de esto que ésta era ya la tercera sesión y que se necesitaba de mucha oración y mortificaciones para que el demonio dejara en paz el cuerpo de la niña. Hay casos -dice el sacerdote-, en los que necesitamos realizar sesiones durante meses, y a veces el demonio regresa, si la persona deja las puertas abiertas, es decir, lleva una vida desordenada y alejada de la oración y los Sacramentos. Aunque también he visto buenas personas poseídas por demonios. Y me pregunté ¿por qué?, porque han hecho algún maleficio o brujería sobre ellos.
Hay que tomar en cuenta que la Iglesia es muy cuidadosa en casos de exorcismos y necesitan asegurarse, primero, si no es un caso psiquiátrico, por lo cual, se sugiere a la persona que primero visite a un profesional en cuestiones psiquiátricas, cuando no se tiene ninguna explicación científica, entonces se acude al sacerdote.
Una de las pruebas que hacen los exorcistas, para saber si la persona está poseída por un demonio, es la siguiente: toma varios sobres y en varios meten hojas en blanco, pero solamente en uno -el sacerdote sabe cuál es-, coloca una estampa de la Virgen. Va dándole los sobres a la persona, y cuando llega el que tiene la estampa, se nota que la persona se exalta, se siente molesta, pero en realidad, el demonio se manifiesta de ésta forma. Hay que tomar en cuenta que al demonio –obviamente- le molestan las cosas santas, sean imágenes, crucifijos, el agua bendita –de la cual huye, ya santa Teresa de Jesús habla de ello-, y no digamos del Santísimo Sacramento, que es Jesús, por eso el demonio teme y sufre al entrar en una Iglesia.
¿Por qué se dan éstos casos de posesión?
Ouija (una de las más comunes entre los jóvenes y niños), brujería, hechicería, el tarot, la adivinación, masonería, son una de las causas por las cuales el hombre deja las puertas abiertas para que el demonio tome posesión de su cuerpo.
El P. Fortea comenta que cuando publicó su tratado de demoniología, lo que hizo el demonio fue encenderle la luz de su habitación. ¡Tan poco puede hacer el demonio!
Ahora recuerdo las palabras del P. Gabrielle: No le tengo miedo al demonio, porque un cristiano no debe temerle, al contrario, el demonio debe temer a un cristiano.
En Octubre 13, 1884, el Papa León XIII, experimento una visión horrible. Después de celebrar la Eucaristía, estaba consultando sobre ciertos temas con sus cardenales en la capilla privada del Vaticano cuando de pronto se detuvo al pie del altar y quedo sumido en una realidad que solo el veía. Su rostro tenia expresión de horror y de impacto. Se fue palideciendo. Algo muy duro había visto. De repente, se incorporo, levanto su mano como saludando y se fue a su estudio privado. Lo siguieron y le preguntaron: ¿Que le sucede su Santidad? ¿Se siente mal?
El respondió: "¡Oh, que imágenes tan terribles se me han permitido ver y escuchar!", y se encerró en su oficina.
¿Qué vio León XIII? "Vi demonios y oí sus crujidos, sus blasfemias, sus burlas. Oí la espeluznante voz de Satanás desafiando a Dios, diciendo que el podía destruir la Iglesia y llevar todo el mundo al infierno si se le daba suficiente tiempo y poder. Satanás pidió permiso a Dios de tener 100 años para poder influenciar al mundo como nunca antes había podido hacerlo." También León XIII pudo comprender que si el demonio no lograba cumplir su propósito en el tiempo permitido, sufriría una derrota humillante. Vio a San Miguel Arcángel aparecer y lanzar a Satanás con sus legiones en el abismo del infierno.
Después de media hora, llamo al Secretario para la Congregación de Ritos. Le entrego una hoja de papel y le ordeno que la enviara a todos los obispos del mundo indicando que bajo mandato tenia que ser recitada después de cada misa, la oración que ahí el había escrito.
Oración a San Miguel (León XIII, 18 de mayo de 1890; Acta Apostolicae Sedis, p. 743)
¡Oh glorioso príncipe de las milicias celestes, san Miguel arcángel, defiéndenos en el combate y en la terrible lucha que debemos sostener contra los principados y las potencias, contra los príncipes de este mundo de tinieblas, contra los espíritus malignos! Ven en auxilio de los hombres que Dios ha creado inmortales, que formó a su imagen y semejanza y que rescató a gran precio de la tiranía del demonio. Combate en este día, con el ejército de los santos ángeles, los combates del Señor como en otro tiempo combatiste contra Lucifer, el jefe de los orgullosos, y contra los ángeles apóstatas que fueron impotentes de resistirte y para quien no hubo nunca jamás lugar en el cielo. Si ese monstruo, esa antigua serpiente que se llama demonio y Satán, él que seduce al mundo entero, fue precipitado con sus ángeles al fondo del abismo.

Pero he aquí que ese antiguo enemigo, este primer homicida ha levantado ferozmente la cabeza. Disfrazado como ángel de luz y seguido de toda la turba y seguido de espíritu malignos, recorre el mundo entero para apoderarse de él y desterrar el Nombre de Dios y de su Cristo, para hundir, matar y entregar a la perdición eterna a las almas destinadas a la eterna corona de gloria. Sobre hombres de espíritu perverso y de corazón corrupto, este dragón malvado derrama también, como un torrente de fango impuro el veneno de su malicia infernal, es decir el espíritu de mentira, de impiedad, de blasfemia y el soplo envenado de la impudicia, de los vicios y de todas las abominaciones. Enemigos llenos de astucia han colmado de oprobios y amarguras a la Iglesia, esposa del Cordero inmaculado, y sobre sus bienes más sagrados han puesto sus manos criminales. Aun en este lugar sagrado, donde fue establecida la Sede de Pedro y la cátedra de la Verdad que debe iluminar al mundo, han elevado el abominable trono de su impiedad con el designio inicuo de herir al Pastor y dispersar al rebaño.
Te suplicamos, pues, Oh príncipe invencible, contra los ataques de esos espíritus réprobos, auxilia al pueblo de Dios y dale la victoria. Este pueblo te venera como su protector y su patrono, y la Iglesia se gloría de tenerte como defensor contra los malignos poderes del infierno. A ti te confió Dios el cuidado de conducir a las almas a la beatitud celeste. ¡Ah! Ruega pues al Dios de la paz que ponga bajo nuestros pies a Satanás vencido y de tal manera abatido que no pueda nunca más mantener a los hombres en la esclavitud, ni causar perjuicio a la Iglesia. Presenta nuestras oraciones ante la mirada del Todopoderoso, para que las misericordias del Señor nos alcancen cuanto antes. Somete al dragón, la antigua serpiente que es diablo y Satán, encadénalo y precipítalo en el abismo, para que no pueda seducir a los pueblos. Amén
- He aquí la Cruz del Señor, huyan potencias enemigas. Venció el León de Judá, el retoño de David -Que tus misericordias, Oh Señor se realicen sobre nosotros. Como hemos esperado de ti. -Señor, escucha mi oración Y que mis gritos se eleven hasta ti.
Oh Dios Padre Nuestro Señor Jesucristo, invocamos tu Santo Nombre, e imploramos insistentemente tu clemencia para que por la intercesión de María inmaculada siempre Virgen, nuestra Madre, y del glorioso san Miguel arcángel, te dignes auxiliarnos contra Satán y todos los otros espíritus inmundos que recorren la tierra para dañar al género humano y perder las almas. Amén
Oración a San Miguel Arcángel del papa León XIII
San Miguel Arcángel, defiéndenos en el combate contra las maldades e insidias del demonio. Se nuestra ayuda, te rogamos suplicantes. ¡Que el Señor nos lo conceda! Y tú, príncipe de las milicias celestiales, con el poder que te viene de Dios arroja en el infierno a Satanás y a los otros espíritus malignos que ambulan por el mundo para la perdición de las almas.
Sancte Michael Archangele, defende nos in praelio. Contra nequitiam et insidias diaboli esto praesidium. Imperet illi Deus, supplices deprecamur. Tuque princeps militiae caelestis, Satanam aliosque spiritus malignos, qui ad perditionem animarum pervagantur in mundo divina virtute in infernum detrude. Amen.